Un hombre preocupado por el bien público,
por la humanidad, por la verdadera religión,
ha publicado, en uno de sus escritos a favor de
la inocencia, que los tribunales cristianos han
condenado a muerte a más de cien mil
pretendidos brujos.
Si juntamos a esas masacres jurídicas, el
número infinitamente mayor de herejes
inmolados, esta parte del mundo no parecerá
más que un vasto cadalso cubierto de verdugos
y de víctimas, rodeado de jueces,
esbirros y espectadores.
Voltaire